jueves, 8 de diciembre de 2011

Sueño de sombra y duda

¿Y si viene, o está en la puerta, casi tocando el timbre para entrar? Yo mientras espero, escucho a Joaquín, leo un poco, planeo y sueño con charlas lejanas. Pienso en qué será de mí si arreglo esos asuntos pendientes. Aseguro que, si es que persisten, esperan respuestas, conversaciones, sonrisas. Reflexiono y pienso en si las dudas que antes estaban tan ansiosas por resolverse no se han convertido en costumbre... si incluso la nostalgia se ha vuelto rutina. Y está bien, retomo las fuerzas y pongo las cartas sobre la mesa para realizar esa larga lista de interrogaciones; le echo más leña al fuego del recuerdo sonriente y entonces concluyo que sí, que vale la pena. Y no vendrán ni el "pero", ni el "para qué", ni el "mejor así". Me despido de esta indecisión  tan cotidiana en mí que me hacía dar un paso y luego retroceder. Deshago mis nubes. Duermo, y en el país de los sueños, resuelvo el encuentro: Caminando por largos pasillos, acompañada de mi amiga, lo descubro entre la multitud. Quiero ser discreta e indicarle a mi acompañante que ahí está, que es él, pero su mirada me encuentra y se alegra (es un sueño, comprendan). Camina hacia mí, me dice hola (por primera vez), me abraza apretando la mochila en mi espalda. Charla. Risas. Frente a él está su cita de cabellera oxigenada y revuelta que no tiene más que sombra en el gesto, como muyin. Me voy.