jueves, 30 de diciembre de 2010

De los Phills y de los Collins

La amistad es la ciencia de los hombres libres -Albert Camus

Difícil comenzar esta entrada sin la consabida mezcla de nostalgia, carcajada y esperanza; simplemente se trata de ella: Sonriente, amiguera, confidente, alegre, divertida, salvaguarda, decisiva, altiva, elegante, versátil, radiante, entusiasta, soñadora, ética, respetuosa, fumadora, fiestera, pata de perro, valiente, amorosa, paciente, dulce, gigante...
   La conocí entre otros diez que también se sentaban en aquellas mesas largas de la preparatoria. La recuerdo con admiración por ser la libertad andante (a mi entender adolescente, obvio no al de Fede). ¿Cómo fue exactamente que comenzó a crecer la confidencia? Lo desconozco. Sé que de pronto apareció. Nostálgicamente, recuerdo un sinfín de charlas de todo tipo: filosófico, pendejo, risueño, romántico, intelectual, travieso, planeador, soñador, dramático, triste, determinante... pláticas que nos llevaron a conocernos de muchas formas hasta llegar a la confianza y a la seguridad de estar, sin importar distancias o tiempos. Descubrí la certeza de la amistad sin prejuicios, aunada al sueño de conocerlo todo, y justo eso fue punto de partida para lo otro determinante. Empujada en gran medida por esas pláticas y sus vivencias comencé mi vida universitaria, en la que aun sin estar físicamente, estuvo. Compañera de viaje, como pocos en mi vida, ha navegado junto a mí, encargada de llevar las carcajadas a la mano, por si acaso se nos atraviesa la señora Bella con noticias de alerta o de alegría.
   Guardo un montón de recuerdos que crecieron como plaga este año sumándose a los anteriores,  los más de ellos encabezados con muchas carcajadas y boberías que no son más que la reiteración de esa esencia por la cual, sin decirlo, decidimos adoptarnos como hermanas. 
   El veinte y diez casi termina, y sería ingrato no hacerle una gran mención, por la simple razón de ser de mis pocos imprescindibles y corroborarlo juntas todo el año. Llegó a la invivible, pero insustituible cuando todavía no concluía 2009, con una maleta llena de razones para quedarse; no sé cómo haya resultado la suma, pero creo, sin temor a equivocarme, que aunque se vuelve, lleva consigo otro montón de nuevos y entusiastas motivos para partir.
   Mis letras resultan pocas para agradecerte, Dulce, no sólo los ratos de este año, sino también, los que hicieron desde los quince, que llegáramos hasta acá compartiendo tanta vida...
   Buen viaje, amiga... Luv ya!


martes, 23 de noviembre de 2010

Se busca...

Pronto llegará febrero con su luz y su viento atolondrado; con su sonrisa espontánea y sus cajas vacías por llenar... Un mes más y comienza la búsqueda intensiva del nuevo Campo de Acampada para Cuijos Acampadores... Juhu!!

viernes, 8 de octubre de 2010

Pues sí...

...así van los días: veinte adolescentes fueron suficientes para hacerme sentir impotente, llorosa y avergonzada... No puedo ser tan mala, pero insisto, el karma existe, jajajaja. Saludos a los vivos que me leen y cremas a los muertos que quieren comunicarse desde ultratumba... ¿Se ve que no tenía mucho qué decir? Les dejo un videín para empezar este delicioso, frío y soleado viernes:

jueves, 30 de septiembre de 2010

Estúpidas llamadas telefónicas

A últimas fechas limito mis llamadas telefónicas. No contesto cuando veo números desconocidos (ni contestaré nunca más), ni tardo mucho al teléfono a menos que sea para el sagrado chisme con Dul o Allyn. Me caga (porque no hay otra palabra) cuando se trata de la famosa "Llamada llamando" por saber de sobra que habla el muerto; en cambio, adoro cuando Los Amigos Invisibles comienzan la canción cuijosa. Justamente hoy fue un mal día para el "necesario" celular. Pidieron tarjetas telefónicas a cambio de mi seguridad. De haber sabido mi pobre madre que estaba en buenas manos (desesperada, pero definitivamente en buenas manos) no habría llorado tanto. Y yo me pregunto por qué carajos la gente malusa el teléfono (obvio no me doy baños de pureza). Esta es la peor experiencia que viví habiendo sido sólo el objeto de preocupación. Prometo, de ahora en adelante, dar cuenta de mi ubicación, no llamar para discutir y contestar cada llamada perdida, porque está de la jodida recibir la llamada angustiosa de mamá, preguntando "¿cómo estás?", para después escuchar su lamento por haber pensado que aún me mantenían encerrada en una camioneta a cambio de méndigos quinientos pesos en tarjetas para celular. Que chinguen a su reputísima madre todos aquellos que juegan con la pesadumbre de la gente, por pensar que uno de los suyos está en peligro.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Septiembre fraternal

Buen mes (quiero decir: excelente). Mientras los pambazos se cocinaban con la calidez y el entusiasmo de Mima, al ritmo de la guitarra y la voz de Huguito, me entraron unas ganas inmensas de llorar. Pensaba en qué habría sido de los Jota Ge si ese 15 de enero (ése sí, espeluznante) hubiera concluido de otra manera. Creo que, a estas fechas, ni siquiera me atrevería a despertar sin una lágrima de por medio. Perder a la gente que se ama, independientemente de todos los malos ratos, es lo peor. Tres dedos enumeran a aquellos por los que me duele el corazón. Cuento de dos: Bertha, la dama más dama de todas, que perfumaba todos los caminos con su aroma. Pequeña, delgada en extremo, con cabello alborotadamente elegante, labios rojos y zapatos de tacón breve: mi abuela, de quien tengo un ejemplo casi inalcanzable. Y Ricardo, joven astuto, guapo, irreverente, plagado de desfachatez y encanto, quien con treinta y tres velas encima, nos dio la sorpresa más triste de todos los tiempos, dejándonos pasmados y en silencio apabullante. Hasta hoy, todavía creo que anda por ahí sobre dos ruedas, con camisa a cuadros y el cabello despeinado. Por fortuna, el tercero del tercer dedo, todavía anda por ahí, alumbrando con sonrisas y palabras.
   En fin, pues he dicho "septiembre fraternal". Mis tres hermanos, dos de sangre, uno de palabra (primo casi hermano), festejan sus cumpleaños: 12, 14, 21. Es culpa de ellos mi tendencia hombruna que de vez en cuando aflora, mi lengua alburera y  mi sarcasmo. Y aquéllos dos de líneas arriba, estarían también comiendo rebanadas de pastel, festejando y cantando la canción del rey David. De modo que no podía dejar pasar tremendos acontecimientos sin mencionar un "¡Felicidades!" a los Jota Ge y al Nieto. 

martes, 14 de septiembre de 2010

Yo también sé jugarme la boca



Las mejores promesas son esas 
que no hay que cumplir 
(Prometo que para cuando te vuelva a ver no habrá lágrimas de por medio ni malas maneras anímicas. Habrá risas y carcajadas)
y... "viajeros al tren, que nos vamos", 
me dijo un milano, 
"flaco, pórtate bien, au revoir, buena suerte en Paris".


Porque siempre hubo clases y yo...

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Aquí van las palabras "apologize" y "end"

Sí, un día declaré que me gustaba más ser la mala del cuento y ahora no sé si reír o llorar porque ya lo soy. Fue como cuando dije, ingenuamente preparatoriana, que daría diez  años de mi vida si no llegaba el maestro irlandés de literatura que nunca faltaba, y no llegó. Quizá Teté tenía razón cuando con tono de "cómo se hacen los bebés", me advirtió que cuidara mis deseos si no quería hacer postulaciones incorrectas. Pues bien, postulé que quería ser la villana y lo logré:
     No es lindo ser exhibida como la compañera disparadora y creadora de finales espeluznantes; tampoco lo es leer la palabra "desleal" en mis mensajes instantáneos; ni escuchar de voz ajena que ya no hay amistad por querer hacer lo correcto cuando se está enmedio y no enfrentar a nadie; pero mucho menos, aquello de traer, a cada rato, esos asuntos  a mi memoria. A final de cuentas, me la he creído: Disparé a mi compañero y causé un final espeluznante.
     Es verdad (aunque la verdad sea tan subjetiva, sobre todo en casos como éste): Nunca supe acertar en mis modos ni fui lo suficientemente sensata para hablar claro sin tanta dureza;  me arrepiento de muchas palabras y otras tantas acciones, aunque ese arrepentimiento de nada sirva. Y repito: No es que dude de mi elección, sólo que a últimas fechas siento la necesidad de pedir perdón por todo lo que dije con la intención rencorosa de lastimar, para ya no traer cargando al muerto (como aquella película japonesa). Más me hubiera valido cerrar la puerta y no dar explicación. Pero tampoco puedo hacer nada al respecto y me conformo con las líneas de este blog que está próximo a cerrar... Por mientras, yo también te deseo un hermoso y despreocupado viaje. Más suerte.

Tin-tin-tín... (léase como el sonido de una copa golpeada con un tenedor)



La palabra germina, abre sus retoños por las calles del pueblo, 
Se pega a las ventanas, se cuela por las puertas. 
La palabra historia chapotea las tardes, y duerme la siesta de los muertos. 
La palabra no muere, es aliento, polvo, gemido, poema.
(No sé de quién es, pero, ¡ah qué bonito lo dicen mis alumnos!) 

Hacer todo a medias se ha vuelto mi especialidad. Que si tengo potencial; que si soy inteligente; que si hago o no bien; que si soy leal o no; que si la responsabilidad y todo lo que viene encima. Estoy un poco cansada de ser tan aprehensiva, nerviosita, groseramente exigente, estricta a la mitad. Me metí en camisa de once varas y lo ideal es sostenerse por todas las razones que yo elegí. Que si me arrepiento, que si no (la verdad sólo de algunas cosas... y vaya que sí), en general no pero, esta cabecita mía anda rebobinando en dirección contraria. La pregunta es "¿para qué?" y justo ahí está el problema. Me digo y me redigo: Mira, la cosa está así y luce bien, bastante bien. Sólo es cuestión de agarrar el ritmo; de retomarlo, quiero decir (aunque no lo diga).
     Particularmente hoy, aprendí que debo evaluar lo subjetivo bajo estándares objetivos... ¡vaya dilema! Me declaro incompetente: Ni mis padres ni mis maestros hicieron ejercicios para desarrollar esa competencia (yo con mi discurso escolar). Creo que la verdadera razón es que entré en pánico y cuando me sucede, prefiero dar marcha atrás y ahora, en estos momentos en que escribo y veo mis dedos adornados con plata, me advierto: ¡Peligro! ¡Estatuas de sal detrás de ti!... Sí, ya sé, lo ideal es caminar e ir hacia el frente (estúpida cultura occidental), pero qué pasaría si yo un día decido volver a ese "barrio" universitario, a las calles de la ciudad, a la violenta tranquilidad de un libro de Donceles, a los paseos subterráneos y a los elevados en segundos pisos... No estoy dudando, que quede claro. Doy mi palabra, aunque para alguno(s) quizá no tenga más valor... Quizá sea la crisis de los 28, de la edad nueva; la crisis por pensar que es un año nuevo y que desde varios días antes de iniciarlo comencé a hacer planes y a amarrarlos con un "sí" (por favor, no se ofendan los presentes, son los pensamientos insanos pero inofensivos de una despistada por naturaleza). 
     Pues bien, yo me propongo no poner un límite ni sentimental ni racional ni visceral; sopesar las circunstancias; proponerme más y ganarme todos los contratos que están en la puerta esperando;  no asomar lágrimas tristes;  gritar ahora mismo y hacer mis ejercicios de relajación; propongo nadar, caminar, carcajear, andar en bicis ajenas (que no pedalear las ajenas); elegir la palabra "valiente" como estandarte;  valorar para no olvidar;  no recriminarme ni recriminarte ni recriminarles; aprovechar lo que me llega, como toda buena oportunista con suerte; hacer valer mi palabra con hechos y no con conjeturas (aunque sea cacofónico, no importa).
     Feliz estoy de llegar a los veintiocho y no haber muerto ni de miedo ni de tristeza, sino de risa en infinidad de ocasiones, gracias a todos aquellos provocadores que han transitado por mi voz, mis ojos y mi corazón... Está de moda felicitarse así y yo soy impuntualmente chic, todos lo saben, así que a destiempo: ¡Felicidades yo!

miércoles, 11 de agosto de 2010

El cuerpo tiene memoria

Nunca he sido deportista, atleta, ni mucho menos, pero tuve mi época universitaria de vanidad y ejercicio: Asistía regularmente a un pequeño local cerca de La Facultad para tomar las deliciosas y energetizantes clases de spinning. Y la verdad sea dicha, amaba esas clases: amaba la compañía del sudor ajeno, las rutinas extendidas en casa o en CU, los baños posteriores, los desayunos, las risas, los chismes, en fin, todo... hasta la mensualidad que Fede me proporcionaba y que después se convirtió en presupuesto de viajes. Además, Ani, Carlos, Samuel, Chucho y Susy , dueños y maestros respectivamente, me han parecido hasta la fecha, los mejores administradores y entrenadores ever; no había ningún impedimento de actitud o de irresponsabilidad deportiva que causara molestias o incomodidades para faltar. Cada vez que concluía una clase, me sentía exitosa por saberme capaz, sonriente, fuerte, resistente y esbelta. Mucho tiempo estuve buscando y probando otros "cycling center", hasta que encontré uno.
     La primera clase pensé varias cosas: 
1. Que el asiento lo sentiría incrustado por lo menos en las tres primeras clases y hubiera sucedido de no ser porque apliqué el sabio consejo de Samuel, mi instructor gurú y desaparecido como fantasma, quien aseguraba que el sillín lastima, si y sólo si, no se trabaja con las piernas
2. Que mi respiración estaría incontrolable; aunque sorpresivamente y a pesar de mi falta de condición física, conseguí mantener estable, gracias a las enseñanzas de Chucho (y seguramente también, a que hacía dos meses que no fumaba por la no invitada náusea que me siguió durante el mismo tiempo).
3. Y que no tendría fuerza suficiente para mantener las posiciones correctas o los pedales al ritmo de la música, misma que no sé de dónde salió, pero salió.
     Así que la primera semana estaba felizmente cansada y orgullosa por corroborar que, efectivamente, el cuerpo tiene memoria y no olvidó lo que antaño hicimos con tanto entusiasmo.

martes, 3 de agosto de 2010

Me contrataron un 16 de octubre

Mis Fs con Villoro






Fueron cuatro años (está bien, casi), debiera quizá decir, cuatro ciclos escolares. Cuando me enteré que estaba contratada salí feliz y desconcertada, y no se me ocurrió otra cosa más que comprarme un sostén, total, pronto tendría cómo reponer ese dinero; lo merecía después de tanta prueba que me había puesto nerviosa y luego Leti que me miraba muy seria y hablaba muy golpeado... en fin.  
    Durante este tiempo aprendí montón de cosas: como que una escuela con 65 años de antigüedad no es garantía de calidad educativa o que es preferible guardarse opiniones de tipo político, religioso o sexual si no quieres echarte encima a un puñado de mujeres medianamente informadas, por no decir mediocres. También corroboré que los niños pueden ser más inteligentes, perspicaces, creativos y subversivos de lo que uno piensa... sobre todo lo último.
     Declararme animadora de lectura me costó un poco de trabajo: Cuando decía a los demás mi ocupación había dos tipos de reacciones: o expresaban un exacerbado interés que me resultaba bastante falso o me miraban con cara de "¿para qué servirá eso?" y, en ambos casos, concluían con un "o sea, como cuentacuentos, ¿no?". Ser animador de lectura tiene su dosis de cuentacuentos, pero no es propiamente eso: A mí me gustaba hacer hablar a los chicos, disfrutar los fragmentos graciosos con harta carcajada o bien, aquéllos dramáticos con reflexiones inteligentes. Muchas de esas veces, salí sorprendida por escuchar vocecitas expresando grandes declaraciones y al mismo tiempo, avergonzada por creer de antemano que quizá no podrían llegar a complejas conjeturas. Gracias a mis alumnos sobreviví a cuatro largos años de depresión; me mantuvieron a flote. Podía llegar cruda, desvelada, somnolienta, enojada, cabizbaja, enferma, llorosa, como fuera, pero siempre había la oportunidad de sonreir o de enorgullecerme por algo. 
    No me importó nunca cuántos regalos recibiera el 15 de mayo o en fechas decembrinas, me valieron más las intenciones de algunos por compartirme sus nuevas lecturas o por demostrar que habían adelantado páginas del libro en turno.
    Además, descubrí para mí y para otros (no niños) múltiples lecturas de verdadera literatura infantil y aprendí a distinguirla de las lecturas para niños. Conocí a un par de autores, y en esas ocasiones, salí con la cabeza en alto por la calidad de preguntas que mis alumnos fueron capaces de formular... no soy la mejor, no es eso, reconozco que me faltó mucho, pero lo disfruté. Yo también quería ya cerrar ese ciclo, salir de ahí y encontrar nuevos caminos y justo eso es lo que se está armando... Nuevas caras se unen a la carrera hacia febrero.

martes, 20 de julio de 2010

Lo que te choca te checa



El abuelo puede ser una persona realmente desagradable... aunque debo admitir que tiene sus chispazos de amabilidad y gracia. Pensaba listar lo que más me disgusta de él, y no dejaré de hacerlo, sólo que con una aclaración: Reconozco que algunas de esas menciones son directamente proporcionales a mí y bien pueden tratarse desde el punto de vista de la superación personal o desde la sensatez chusca de la herencia familiar:


1. Se suena la nariz, con abundante moco, durante la hora de la comida.
2. Estornuda muy fuerte y sin cubrirse, llenando el ambiente con un desagradable olor a saliva.
3. No cepilla sus dientes antes de dormir.
4. Habla mal de los vecinos.
5. Hace mucho ruido sin importarle que otros duerman.
6. Cuando amanece con afán molestón, suele hacer comentarios crueles sobre lo que es importante para los demás.
7. Más que sarcástico, es ácido.
8. Es envidioso.
9. En el momento más inoportuno expresa que tiene ganas de orinar.
10. Es convenenciero.
11. Se emociona con programas del tipo Laura en América, 12 corazones, Casos de la vida real o la Iglesia universal.
12. Critica las acciones de sus familiares y exalta la de personas extrañas.
13. Confía más en quien no lleve su sangre.
14. Reutiliza las servilletas aun cuando ya se ha limpiado la nariz con ellas.
15. Siempre quiere ser el centro de atención.
16. En su escala, resulta siempre en el primer lugar.
17. No le gusta asearse.
18. Jamás admite que necesita ayuda de otros.
19. No agradece las acciones de los demás que lo beneficien directamente.
20. No le da la razón a nadie más que a él mismo.

jueves, 17 de junio de 2010

Beatum Diem Natalem

Silencio. No hablas, no escribes, nada. Yo no escucho, no leo: tampoco nada. Desconozco la rutina y no pierdo tiempo en imaginarla. Sabes que tu nombre comienza con H; que nació en una butaca, tras la explosión de una bomba humana en Santa María la Ribera y que la humareda hizo un largo recorrido acompañado de blues y de todas las canciones que el conductor sabía, para llegar hasta Guerrero al lado de una manada de tigres.
     Pensé en flores, en bolígrafos lujosos, en escritorios de colección, en fotografías virtuales, en ediciones de video, en montón de chucherías, pero todo apela a las ruinas y no creo que sea adecuado... de cualquier forma, ¿qué es adecuado, escribir en clave?  Comencé a rememorar con la palabra escrita y pensé en convertirla en un deleitable presente, pero esa idea terminó descartada por tratarse de versiones unilaterales. Pensé en escoger una canción, pero todas me remitieron a los mismos ritmos y temas que habrán escuchado aquellos de antes... y Sabina está vetado, así que decidí no seleccionar ninguna compra, ni elegir ningún tema musical, ni inventar un recuerdo, ni evocar nada. Preferí limitarme a la frase Beatum Diem Natalem, cincuenta y dos días antes de la fecha y sentenciar que todo lo que haya sido lo dejo sólo para mí. 
P.D. Mientras, haré una conmemoración precoz saboreando a la "Mujer con corazón de hombre".

martes, 8 de junio de 2010

Ventajas y desventajas de viajar al estilo de Párpados azules

Ventajas:
1. Se hace lo que yo, sólo yo y por último yo decida.
2. Autoreconocimiento, autoexploración, autoexaminación.
3. Verdadero descanso del mundo exterior citadino con un mundo más exterior como lo viene siendo el mar con su respectiva playa de arena blanda.
4. Intento de simbiosis con Danny Boodman T.D. Lemon Novecento (lo cual es prácticamente una tarea imposible, aunque no por eso sea desventaja, por la sencilla razón de que estaré a orillas del mar y obviamente desde ahí no es lo mismo).
5. Como menos, bebo menos (bueno, quién sabe)
6. Están más a la mano, los tan apetetibles servicios de spa, que los hombres descuidados del hoy no prefieren por tratarse de actividades para afeminados o metrosexuales. (Sé que es un punto exagerado, pero necesito más ventajas, sean absurdas o no).
Desventajas:
1. Imprescindible elevación de costos, pues no habrá de otra que compartirlos conmigo misma.
2. Imposibilidad total de compartir de manera inmediata las maravillas del paisaje, del clima, del agua, del mar, de los nuevos sabores.
3. Conversaciones interiores o con desconocidos, generalmente acerca de temas superficiales como el clima, el paisaje, el mar o los nuevos sabores. (Aunque con este punto, se anularía el pasado y eso se convierte automáticamente en ventaja).
4. Absoluto miedo al transitar solitario por tratarse de una experiencia enteramente nueva, de ahí la intromisión del título Párpados azules.


     By the way... no olvide que si escribe el título de un libro, para un formato electrónico, es recomendable resaltarlo en itálicas. Ejem.: Las edades de Lulú de Almudena Grandes. Las comillas déjelas para títulos de capítulos, de textos antologados dentro de algún libro y otras muchas referencias más, pero definitivamente no para el título de un libro. Es básico, elemental... casi, casi dato de primaria ;) Y si de plano, pasa como en este blog, en donde estoy imposibilitada para subrayar o escribir en itálicas en el título de mi entrada, pues sencillo, haga una nota aclaratoria si es que es usted así de neurótico con la ortografía como yo.

lunes, 31 de mayo de 2010

Cracovia

No recuerdo haberlo visto tomar el cuchillo, cuando me di cuenta, lo traía en la mano derecha. Todavía tuvo la decencia de orillarse para no provocar más tráfico, pero Cracovia es muy estrecha, de cualquier forma había dificultad para el resto de la fila. Todo sucedió tan rápido: Quejas, trajeados y peinados altos cacareando no sé cuánta cosa, insultos y un golpe... o por lo menos, intento de golpe. Se bajó y no sabía nada. De repente, dos mujeres se asomaron por la ventanilla del conductor a suplicarme que lo detuviera, que estaba mal, mientras yo argumentaba casi gritando, que ellos eran los equivocados, por su inconciencia, su desfachatez para obstruir el paso en una calle tan pequeña. Una de ellas dijo: ¡Trae-un-cuchillo! Lo miré cerca del portón, discutiendo. Ni siquiera recuerdo con exactitud. Bajé del auto, llevaba una falda negra, larga y una blusa azul, sin mangas. No sé cómo regresamos a los asientos del coche, intento y sólo veo una escena muda con el corazón palpitante, con la sensación de "qué estamos haciendo", con el temor de que algo terrible  podría sucederle y yo no sabría qué hacer. Creo que hasta ya habían llamado una patrulla. Después de eso, sólo recuerdo estar en la glorieta de Mixcoac, charlando... arrepentidos.

martes, 18 de mayo de 2010

Mayo

Dormir, trabajar, medio comer... nausear todo el méndigo día (sí, inventé una palabra chafísima, qué más da), dormir, preparar la cena de Coco, dormir, trabajar, medio comer... nausear todo el méndigo día, dormir, preparar la cena de Coco, dormir, trabajar, medio comer... nausear todo el méndigo día, dormir, preparar la cena de Coco, dormir, trabajar, medio comer, nausear todo el méndigo día, dormir, preparar la cena de Coco... revisar y revisar y revisar el facebook en busca del mundo allá afuera, que al final resulta más metido que nada por pertenecer a una pantallita...

Postear en nauseabunda depresión con afán de desahogo... clamando que mis deudores decidan pagarme por fin los pocos pesos... deseando con todas mis fuerzas no tener más náuseas ni mareos ni lágrimitas atoradas ni culpitas bobas ni posts negros y exhibicionistas... añorando la eterna sonrisa, la broma, el albur, la carcajada, la buena vibra (pero si esa soy yo, me desconozco, ni los chocolates me hacen la balona).

Neto, es cansado tener años de experiencia en depresión...

martes, 30 de marzo de 2010

¿Cuánto me debía el destino que contigo me pagó?

Yo sí creo en el karma. Estoy convencida de que la vida compensa o cobra facturas con harto interés. Algo bueno he de haber hecho para convertirme en cuija y poder acampar con placidez y seguridad...  Es probable que lo escrito a continuación tenga alta carga de cursilería, pero son los efectos del amor, quien no los haya sufrido, que tire la primera piedra:
Mi cuijo es una coincidencia hermosa, porque su llegada a mí fue espontánea (¿o debiera decir, mi arribo a él?). Lo "conozco" desde hace varios años. Sabía bien su apodo, desconocía su nombre y carecía de cualquier interés por él; incluso me caía un poco mal antes de haber charlado con él por msn, casi a diario. (reí mucho en múltiples ocasiones con sus ocurrencias sin pensar en él más que como un chico buena onda).  A pesar de eso, curiosamente dos detalles en particular nos acercaban harto por lo menos desde hace poco más de un año, mismos que me hacen pensar que nuestros caminos se encontrarían tarde o temprano, claro, eso ya no sería coincidencia, bah! (aquí es cuando algunos quizá opinen que la estoy forzando demasiado, pero da igual, también sería gracioso pensarlo así): 1. Mamá trabajó hace bastantes ayeres en una escuela primaria ubicada exactamente en la misma calle en donde se encuentra el campo de acampada para acampadores. Unas dos cuadras después, quizá, es lo de menos. Motivo de charla entre Mima y Joch, obvio. Y 2. Tengo la fortuna de tomar un micro cerquísima de casa que me deja cerquísima de la suya. Es como si una ruta  estuviera planeada previamente para nosotros (jajajaja es bobo, pero bastante útil cuando uno vive lejos del otro; no hacer transbordes ayuda y muucho, sobre todo a la economía si no se quiere gastar en taxi).
Cuachan no pudo llegar en mejor momento. Para entonces ya era más Julieta que Irma; había cerrado ciclos apaciblemente y recibía mi nueva vida con entusiasmo y carcajadas. Lo que menos esperaba y mucho menos buscaba, era un compañero... sin embargo, lo encontré.  La madrugada en que Israel nos recibió en su habitación, sin planearlo, compartimos un montón de cosas además de la cobija. Después de pruebas de sombreros, pelucas y fotografías, las chicas durmieron mientras nosotros charlamos y nos descubrimos. Fue raro e inesperado, pero no por eso mal recibido. Me topé con un chico sonriente que siempre tiene un comentario gracioso e inoportuno en el momento más solemne, es torpe y amoroso, justo a la medida de esta nueva yo. Un día de aquellos en mi larga depresión, pensé que jamás encontraría nuevos momentos para disfrutar a tope; sentencié que lo había vivido todo (lo bueno, lo malo y lo feo del amor, claro). Mi historia ahí está y estará siempre intacta, imprescindible e importante, es imposible (e inquerible [me vale si no existe la palabra]) deshacereme de ella, sólo que en verdad creía que no sería capaz de sentirme así, plena y enorme viviendo y construyendo una nueva y hermosa historia. Este hombre de corazón grande está plagado de razones para sonreir todos los días y no pienso desperdiciarlo ni un segundo.

sábado, 6 de marzo de 2010

Febrero


Febrero fue raramente intenso e inesperadamente sorpresivo: Escribí mi último post dedicado al desaparecido y recibí  una respuesta que me dejó un gran signo de interrogación (sin resolver hasta el momento, claro). Con fundamentos químicos pretendí desencantar a algunos enamorados, no sin antes ser víctima de los mismos y gracias a ellos, descubrir qué son los besos cuija y los abrazos chaparritos. Recibí sabios consejos de Fab. Limpié el baúl con la debida dosis de nostalgia y alegría de una historia hermosa. Me gané el silencio de mi mejor amigo. Salí a bailar con las mejores amigas que pueda tener, metida en un chiquivestido. Leí con sonrisa amplia y lagrimita asomada, las letras de mis hermanas Villagómez. Escuché el Bar con una lluvia de imágenes imprescindibles. Discutí por primera vez con Dul, mientras lloraba y reía al mismo tiempo. Compré y medio vendí al lado de ella un montón de regalitos cursis que respondían a nuestro deseo ferviente de festejar el amor kitsch, harto conscientes de la faramalla del 14 de febrero, claro. Para nosotras sin embargo, no hubo peluches, ni corazones rojos, ni chocolates, ni globos, ni cenas, ni pétalos de rosa, ni copas de vino (mucho menos la Möet & Chandon que tantas ganas teníamos de comprar y que despistadamente cambié por una paleta de grosella). Para mí hubo billar, carcajadas y sugerencias que parecían órdenes de ponerme el suéter, pero esa es otra historia. Finalmente, Dul y yo hicimos valiosas conclusiones que seguro nos serán útiles, porque  al parecer, la crisis económica generó a su vez una crisis romántica y rosa (cursi, pa' abreviar):
1. Decir sí (con voz o con silencio) cuando frente a la novia un vendedor le ofrezca a su chico un regalo cursi para ella.
2. Ver con malos ojos la típica actitud del ennoviado que distrae a su chica justo cuando están a punto de cruzar con un globero o una florista y argüir después que no se fijó.
3. Caballerosidad ante todo. A las mujeres comunes nos encanta.
No es que apueste por el amor interesado, pero los detalles de un noviazgo típico en donde él te hace caminar junto a la pared, te invita, te da la mano al bajar, te abre la puerta del coche, te acerca la silla a la mesa, te procura, te cuida, te protege, te mima, son muy halagadores. ¿Quién no quiere un caballero a su lado? (Yo tengo suerte).

miércoles, 3 de febrero de 2010

Pasan y pasan

Se asolea, se nubla, llueve, se va la luz, se apaga el celular misteriosamente, camino y camino y mientras espero, cualquier cosa, pero espero. Sentada, acostada, bailando, leyendo, contando cuentos a los niños. Pasan los días y nada, pero yo sigo esperando porque todo lo que soy está ahí, esperando a que se decidan un par de manos, muchos cabellos rizados, una voz de letras. Paciencia tengo, mucha, como nunca tengo mis brazos llenos de paciencia, por supuesto, ansiosos para abrazar y sentirme bien. Hacer sentir bien. Animada estoy. No recuerdo cómo se escucha esa voz, ni cómo sonríe, ni nada. Me he remitido a casi nada. No me pregunto si esta espera me servirá de algo, porque de inmediato digo que sí. Cualquier cosa me haría sonreir (cualquier cosita de por sí lo hace). Me convenzo de que sí, de que ese elegido es correcto, por eso mismo espero y escribo y envío muchas canciones que pongan de buen humor. Comparto mi buen humor. Me comparto. Me pone carcajeante escribir y que me lea y que no me diga nada. Qué chistoso es ser leída por un mudo, no sólo de voz, sino también de letras. ¿Dónde andará? Lo puedo imaginar en cualquier lado, haciendo absolutamente cualquier cosa. No sé casi nada y es suficiente, porque no tengo ganas de completarlo sola, de imaginar e idealizar (tal vez sólo un poco), mejor espero a ver si sí. Mientras, que sigan los días como van, porque sin querer e inexplicablemente, está.

(Hoy, fue mi día de cantinflear, jajajajaja).

viernes, 29 de enero de 2010

NY, i love you

 Dul pensó que sería terriblemente cursi; yo pensé que serían historias ensoñadoras... quizá la sobreestime. No me disgustó, sobre todo porque estuve esperando verla mucho tiempo y más porque no pude ver Paris, je t'aime. Sinceramente, tenía mucho significado asistir al cine y empaparme de Nueva York a través de esa pantalla grande, pero de otro modo; caminar al lado de los personajes, entrar en las historias al puro estilo de Cecilia. Confieso que quisiera ir por allá, ahora no pensando en cómo ser Violetta, ni tampoco imitando a Annie Hall, solamente me encantaría pasear y coincidir conmigo misma. Encontrarme como una chica simpática y curiosa, tal vez tímida y desesperada, seguro aquella ciudad me haría trizas con tal actitud (ja!)... By the way, Dul y yo carcajeamos con la idea de hacer DF, te amo, que incluiría tal vez la historia de un taxista que es seducido por su pasajera, claro, Arjona haría el soundtrack de este corto, ¿si no quién? jajajaja.

jueves, 28 de enero de 2010

Diario perdido

No sé cómo le hacen para no involucrar sentimientos. Nunca he podido. Es mentira si digo que una vez lo hice.  Claramente dije: Siempre presto fácil. Y lo presto todo. Siempre me entrego toda aunque no conozca ni la más mínima pizca de lo que en realidad seas. Tan me entrego que sería capaz de hacer tanto como lo hago para los que me aman, para los que me significan correspondidamente.  Siendo sincera, la mayoría de las veces que lo hago bajo circunstancias adversas, el resultado es igualmente adverso, o adversamente decepcionante.  Me obsesiono. Antes pensaba que mi obsesión giraba en torno a las cualidades no resueltas, mejor dicho, no descubiertas de ese otro a quien había mirado y deseado. Es decir, me quedaba con la idea de que algo pendiente, algo inconcluso quedaría por simple miedo… Después, pensé que tal vez los errores estarían en mi proceder, en mi aspecto, en mis palabras, en mi ideología… en lo que fuera, pero seguro mío, y que justo ese algo desconocido alejaba con temor asfixiante a los que antes pretendieron y con éxito.  Algunas otras veces pensé que el otro había jugado limpio, que quien no entendía la situación, a pesar de su transparencia, era yo: una relación de nada más… y más claro, todo escudado en una sincera amistad, de esas que se dan de corazón; una amistad que no permite nunca invitaciones, que no incluye el compartir pedazos de vida si no es detrás de una computadora o un auricular, o una salida ocasional, escondida, breve, tímida, aburrida, sosa; una amistad separada de las vidas reales. Una amistad que permite declaraciones como: “No es que no quiera, es que tengo cosas que hacer, ya sabes, la familia, la novia, los amigos…” Perdón, pero no entiendo esas amistades.   En este mismo instante, se me ocurre que tal vez la jodida situación se parece tanto a un gargajo (mal-parafraseando a Hugo Hiriart): Una relación, no ni a eso llega; un encuentro insignificante, olvidable, nimio, reducido al morbo, a la vulgaridad: un encuentro mediocre. ¿Y a todo esto, cuál es el parecido con el mentado gargajo? Pues bien, así como esa materia gelatinosa que no es ni sólida ni líquida sino todo lo contrario (vaya, yo con mis malos chistes en medio de mi seriedad), que está pegado en la pared y está en la imposibilidad de subir y en la indecisión de bajar, así mismo son esos encuentros porque nunca se llega a nada. No satisfacen porque pendejamente se cree que no pasó a mayores y que la vida sólo es una y que esos momentos no hay que desperdiciarlos… pues yo, señores, desperdicié preciadas horas de mi vida en desconocer a algunos a quienes yo, porque justo ahora se me está ocurriendo, no les importo en lo absoluto, o les importo para fines que recuso. Y al mismo tiempo, tal vez, (ahora pienso soberbiamente) lo significo todo.  Las más de las veces, he pensado que mi problema es ver una gran complicación en donde no la hay; llego a esta conclusión después de un silencio, porque presiento que la contraparte se encuentra, tal vez, cómodamente sentado frente algo que desconozco y que antes me interesaba y ahora ya no; y esa misma contraparte, recuerda indiferente o con cariño o con remordimiento o con desprecio o con quién sabe, algo de mí, pero seguro nada trascendente; o quizá piense que ya no tiene caso recordarlo, que hubiera sido mejor si…  pero termino descartando esta posibilidad porque a final de cuentas no consigo despegarme el tema de mi cabeza, y obvio, de tanto pensarlo, se convierte en un estorbo y es bien sabido que los estorbos son graves problemas… Podría decir más, porque seguro que durante el día recuerdo minuciosamente un encuentro, pero con desencanto, con ganas de haber sabido que ese otro con quien un día o dos o más ni siquiera iba a decirme que ya no más… La verdad es que prefiero callar ahora, antes de pensar que esto se irá a la papelera, justo como todo lo que entre tú y yo pudo haber sucedido y me refiero más a una gran amistad que otra cosa, porque si de algo estoy segura es que soy la mujer más amiga de todas las que nunca antes hayas conocido y que ni siquiera te molestaste en descubrir. (Y me enorgullezco de decirlo con soberbia)… La verdad, la verdad, es que lo que dije líneas arriba también pude no decirlo, porque es pura pendejada, pero que no me quería quedar sin manifestarlo, por lo menos, para compartir mi sentimiento de mediocridad con el desconocido con quien  comencé a sentirme así.

martes, 26 de enero de 2010

DF Aclamador

1. Sí, esta ciudad es traficosa, pero adoro pasar de ida y vuelta por el embotellamiento, más si un par de lentes oscuros, un cigarro y Dul me acompañan.
2. Sí, esta ciudad es apestosa, más cuando amanece y huele a flatulencia matutina, aun cuando salimos perjumados y bien olientes.
3. Sí, esta ciudad está sobrepoblada, pero nadie negará que el sur es hermoso, sobre todo cuando uno se topa con las barrancas almidonadas y muy bien maquilladas con muñecas feas.
4. Sí, esta ciudad es obesa y qué importa si puedes comer tacos casi en cualquier esquina, de casi cualquier cosa, con salsas picantes y hasta chapulines.
5. Sí, esta ciudad te queda lejos, muy lejos y a pesar de eso te aclama a cada rato.
6. Sí, esta ciudad también es mía y es invivible, pero insustituible.

domingo, 17 de enero de 2010

Duda

El buen humor regresa (i hope). El "Diclo" anda por ái, pronto escribiremos unos tips. Mientras, yo pregunto:
¿Y después qué prosigue?
Gracias a Hubi, a Dul, a Allyn y a los que están; siempre están porque son imprescindibles.

viernes, 15 de enero de 2010

Los otros Jota Ge

Al ritmo del Trio Macotó me puse a recordar... De pequeña salía mucho con Xavi, él era universitario en aquel entonces y me mostraba parte de su mundo. Platicaba conmigo de las copias de sus clases, me esbozaba principios políticos, me pasaba los artículos del periódico que debía leer, íbamos a la Cineteca a ver cualquier película y reirnos de la gente que quería ser otra cosa o de aquellos que nos imaginaban como novios disparejos. Yo era muy pequeña, doce si acaso. Siempre me enseñó a ser delicada y gentil, a caminar del lado de la pared, a dar mi mochila a cargar. Yo lo aprendía más por complacerlo, porque en aquellos tiempos dudaba de tales protocolos. Lo veía enorme, correcto, aceptable, sociable, interesante y quería acercarme a eso algún día. En casa, pasaba horas sentado en el escalón del estudio, a oscuras, hablando con la novia en turno. Reía, discutía, lloraba. Y años más tarde, lo imité. Muchas veces salía de mi cuarto y bailábamos para ensayar los pasos de salsa de algún programa de televisión. Él me contagió el gusto por bailar hasta cansarme, a soltarme con las vueltas, a experimentar. Con un pésimo libro me acercó a las letras; supongo que quería hacer de mí una chica distinta. No sé si ahora piense que lo logró. Después, por quién sabe qué motivo, nuestra convivencia se fue haciendo espaciada. De pronto se fue lejos, andaba de allá para acá con C, con P, con A. Me disgustaba su libertad para faltar a su dormitorio, pero más tarde, también lo imité.
                 Hugo me recogía a la salida de la secu. Junto con sus amigos, caminaba desde Prepa 6 hasta mi escuela y yo les hacía caras de disgusto, me caían mal. Años después, tuve que pedir disculpas para solicitarlos con los ojos gachos y las mejillas encendidas. Con él, asistí a mis primeras fiestas. Sus amigos (sí, los que antes me disgustaban tanto) llegaban al departamento de abajo a beber cerveza, bailar, reir y tocar la guitarra. Los dos hacíamos dueto en muchas canciones. Se disgustó conmigo en repetidas ocasiones por ennoviarme con algunos de ellos, pero aprendí montón de cosas. Yo era la más pequeña y me dedicaba a observar y carcajearme. Me inculcó (sin proponérselo) el gusto por las desveladas (a ser de carrera larga), el tabaco, las cubas cargadas y chiquiteadas, el sarcasmo, las rancheras de José Alfredo y yo lo aprendí muy bien.  Trabajamos juntos en el local de la Ruíz; abríamos tarde los sábados y los domingos y vendíamos carnitas. A veces, las menos, llegábamos de madrugada a casa y partíamos hacia la Merced a comprar las viandas dominicales. Mucho tiempo estuve peleada con él, pero en mi veintitrés aniversario recuperamos nuestra enorme amistad fraternal, empujados por la alegría de incontables mojitos y Cohibas. Tiempo después, pasábamos las mañanas enteras sentados alrededor de la mesa, acompañados por Mima, platicando, chismeando, resolviendo, compartiéndonos una vez más. Él fue el primero en enterarse de mi tristeza y mi nostalgia y no hizo más que escucharme y mirarme, justo lo que necesitaba.
Xavi me insistó en que la vida tiene muchas posibilidades y Hugo, en que esas posibilidades siempre pueden tener buen humor.
Ellos son los otros Jota Ge. 

miércoles, 13 de enero de 2010

Plagiando (sobre el amor)

El mundo se divide en dos: los que aman y los que no son amados. Bajo esta premisa se puede plantear una subclasificación infinita de las situaciones humanas.
Quien ama es inmune a las crisis sociales, económicas y morales. Nada ni nadie puede quebrar su alegría. Mejorará su desempeño laboral como nunca. Motivará su imaginación y por ende, se enamorará de muchas cosas: del amanecer, de una canción, de una calle, de su trabajo, de un libro, de un aroma, de un punto geográfico.
El que ama es invulnerable, como si de la noche a la mañana fuese sumergido en el río Estigia. Pero tendrá un punto débil, su talón de Aquiles, que es nada más y nada menos que el receptario de todo su amor.
Sin embargo, cuando el enamorado pasa a engrosar las filas de enfrente, o sea, las del desamor, sufre una extraña transformación: la invulnerabilidad desaparecerá del cuerpo para concentrarse sólo en el talón. La humanidad del otrora enamorado, quedará a merced del amanecer, de una canción, de una calle, de su trabajo, de un libro, de un aroma de un punto geográfico. Todo lo dañará. Todo lo hará llorar. Su punto fuerte, ahora circunscrito en una pequeña zona del talón, esperará inútilmente el regreso del receptario de todo su amor.
Olvida que el amor no es un perro fiel que responde a un llamado. El amor es un autobús cuya máquina no tiene reversa. Si te bajas de él, nunca podrás alcanzarlo. No importa que sólo hayas descendido a orinar, a besar otra mujer o únicamente a estirar las piernas.
Texto de Paul Medrano leído en la presentación de Musofobia, en Acapulco, sábado 3 de mayo de 2008

[By the way... yo quiero estar en el primer bando... ¿o ya estoy? Perhaps, perhaps, perhaps, jajaja]

martes, 5 de enero de 2010

Mai dir Reyes Vagos

Qué onda mis estimeitors, pus ya saben pa' qué chiflaos les escribo, mis reyes (papacitoooos!!), el méndigo papá Noel (q tacho pq lo llamé de otra forma, pero mejor no lo pongo pq luego me dicen "desesperadita", jejeje) se pasó de culei (bueno, tampoco, sólo es un decir, pues) y pos a pesar de mi carta hermosa y simpaticosa, pos nomás no me hizo caso, así q ái les va mi lista recargada a ver si 'ora sí se me hace... Advierto, ando cursi, eh?:

Malhechor: Todos los años te pido bobadas y éste no será la excepción, además con el extra de q ésta es una carta melosamente guarra (?), pus tú verás... esta vez sólo te pediré una cosa, así chiquita, mi rey: Haz-me ma-laaa!! (no te rías, chingao!), es q mira, la vdd tengo q aprender a decir no, a hacerme la interesante, a no explayarme (mejor dicho), porque pus quiero (de querer quiero, eso q ni q), lo q no quiero es meterme en líos, pues. El caso es q cómo le hace una con un papito así, eh? A ver dime.

Raspar: (Continuando con el tono y el ritmazo de esta epístola)... Pues mira, reyecito pechocho, yo no sé como chintetes le vas a hacer, ok? Pero yo quiero (y pronto) mi ventana por donde entre la luz del alba y me sorprenda con... ya sabes... estee... (ves? lo ranchera aflora)... pero eso q tmb le pedí al gordinflón (q en aquella foto pos no estaba ni panzón, ni barbudo, ni cegatón, ni blanquito, sino todo lo contrario). Bueno, el chiste es ése, me explico?

Basaltar: Híjole su majestá, su nombre queda perfeito pa' mi deseo. Pei atenshon plis: Quiero una tarde que se convierta en long nuit. Que haya muchas canciones largas pa' bailar, hartísima charla, cantidá de carcajadas ensordecedoras (de esas con las q t voltean a ver) y obvio, si se puede, pero más si se quiere, que haya lo q le sigue hasta el amanecer (yo quiero un amigo nuevo y sonriente y despreocupado por lo que pueda pasar... prometo no ser impaciente).

Ái tá! Ustedes siempre pueden!! LQ1Ch. Valen 1000. Nunca cambien. XOXO.

Jota Ge (tssss)

lunes, 4 de enero de 2010

'Ora sí...

Nunca he creído en los propósitos de año nuevo, sobre todo porque no se me ocurren cosas justo al inicio del ciclo, más bien voy inventando conforme pasan los días, pero ahora con tanto tiempo libre, pues como que se me antojó...

1. Menos chompu.
2. Orden (mi habitación lo exige a gritos desde hace como 3 años [¡!]).
3. Un curso útil (en términos de sensibilidad, ¿me explico? Tanto amor no debe desperdiciarse [ja!]).
4. Música diaria (y cómo no, después del regalazo de Hubi).
5. Páginas (pa' leer y pa' escribir, aunque sean guarradas).
6. Cine (del bueno, del malo y del feo, cómo no!).
7. Bien comer (que bastante extraño, caray, sobre todo la buena compañía).
8. Bien lucir (aunque siempre es mi propósito).
9. Bien dormir (pero por favor! Las desveladas no hacen nada bien y menos si es para sonambulear nomás).
10. Paseos (muchos, hartos, mil!! Importando con cuánto y sin importar con quién o a dónde [sugerencias?]).
11. Playa (ésta sí que no se me escapa, bueno el año pasado Acapulco con su rata flotando fue suficiente, jajajaja).
12. Socialité (basta del ermitañismo [no existe eso y suena mal, pero se entiende, no?]).
13. Carcajadas (infinidad, cero chipileses y nostalgias mala onda, pura alegría y buena vibra, pues).
14. Título. (Título, título, título, título, título, título, título, título, título, título, título, título, título, ad infinitum).

Seguramente, habrá más números para enlistar, pero esos ya son más que suficientes. Sé que parecen fáciles (y lo son, la vida es muy simple), pero el pasado 09 me los hizo muy complicados... Rebienvenidos todos a mi Veinte Diez (Profe Gómez Loza dixit) los que reconocí y conocí en el inmediato anterior. 'Ora sí, a comenzar que esto se va a poner de veinte, más que de diez!! Abur!!