Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar:
que está borracho y que está enamorado.
- Antífanes
14.02.10
"El beso" de Constantin Brancusi, 1907. |
Flores, globos de
corazón, serenata, ojos de borrego, medias horas de espera en el lobby del
motel, bares, cenas románticas, love
stores a reventar: Es 14 de febrero, cuando el amor es rojo, kitsch,
chillante; hipérbole del corazón: pétalos de rosa, copas de
vino, media luz y chocolate. Así
nos lo pintaron. Arréglate, perfúmate, sonríe como idiota, ponte
nervioso, susurra miel, finge: es el amor de tu vida. Regocíjate con este amor eterno, cuando menos hoy, porque
el gusto dura poco (poquitito). Disfrázate de cursilería, de rojo,
de versos pegajosos, de clichés y gózalo, porque la pila de ese amor dura 18 o 30
meses (¡!), por mucho. No es eterno, tiene caducidad.
Disculpa
si te lo digo. ¿Recuerdas aquél roce que te hizo vibrar? No era más que la
feniletilamina (¡ja!): invadió tu cerebro; te enfermó. Sí, estás enamorado, es “imbecilidad transitoria”, como diría Ortega y Gasset. Te sentías vigoroso, pudiente, excitado, triunfador.
Lástima, es efímero. Tu cuerpo es sabio, pronto creará
defensas contra el “mal de amor” y sí, jamás volverás a sentirlo con tanta
intensidad. Pensaste que valía la pena, pero sólo fue
el efecto de la norepinefrina, de la endorfina y a la vez, de tus bajos niveles
de serotonina. Querías construir una historia inédita,
segura y duradera, más allá de aquel placer momentáneo; también es pasajero,
producto de la oxitocina y vasopresina que te invaden. Y lo
peor: El amor es adictivo. Sentirás obsesión, frustración al no aprehenderla, celos,
insatisfacción, desesperación, tal vez hasta odio. Olvídalo, el amor no es eterno. Nos mintieron. Pero claro, si es tu gusto, pasa por ella
a las 7, llévala a cenar al Le Cirque, invítala a hacer fila en un motel y
lleva preparados muchos chocolates que también tienen todas las –inas
anteriores y más: serán la medicina ideal para cuando ya no estén juntos. Tal vez llegue el momento en que ambos
prefieran disfrutar del chocolate amargo en lugar de acompañarse a vivir una
historia de amor.