lunes, 16 de junio de 2014

Te vi

Siempre que imaginé la remota posibilidad de que nuestros pasos coincidieran en algún rincón de la ciudad, pensé también en las palabras que habría para la ocasión. Ensayé tantas veces un "¡Hubi!" sorprendido, emocionado, sonriente, porque "sabía" que la emoción sería mutua, multiplicada, alumbrada por no sé qué luz celestial que señalaría nuestra alegría, nuestro "amor eterno" como lo nombramos tantas veces. Estaba segura de que sonreiríamos en el momento en que nuestras miradas se reconocieran, que nos daríamos el abrazo que estaba en deuda, no sé, que en un breve instante nos agradeceríamos por ser tan buenos compañeros de viaje cuando nos tocó viajar en el mismo tren... Pero no pasó. Reconocí tu silueta a lo lejos, como cuando la reconocía entre las sombras que salían por el pasillo de la facultad. Reconocí ese cabello tuyo que siempre acaricié con envidia y dulzura. Reconocí tu andar. Sonreí cuando nuestras miradas se encontraron. Levanté la mano para saludarte, pero no obtuve respuesta. Diste vuelta y entraste a la única tienda de discos del lugar. Cubetada de agua fría, vergüenza, confusión, tristeza, nudo en la garganta.