sábado, 6 de marzo de 2010

Febrero


Febrero fue raramente intenso e inesperadamente sorpresivo: Escribí mi último post dedicado al desaparecido y recibí  una respuesta que me dejó un gran signo de interrogación (sin resolver hasta el momento, claro). Con fundamentos químicos pretendí desencantar a algunos enamorados, no sin antes ser víctima de los mismos y gracias a ellos, descubrir qué son los besos cuija y los abrazos chaparritos. Recibí sabios consejos de Fab. Limpié el baúl con la debida dosis de nostalgia y alegría de una historia hermosa. Me gané el silencio de mi mejor amigo. Salí a bailar con las mejores amigas que pueda tener, metida en un chiquivestido. Leí con sonrisa amplia y lagrimita asomada, las letras de mis hermanas Villagómez. Escuché el Bar con una lluvia de imágenes imprescindibles. Discutí por primera vez con Dul, mientras lloraba y reía al mismo tiempo. Compré y medio vendí al lado de ella un montón de regalitos cursis que respondían a nuestro deseo ferviente de festejar el amor kitsch, harto conscientes de la faramalla del 14 de febrero, claro. Para nosotras sin embargo, no hubo peluches, ni corazones rojos, ni chocolates, ni globos, ni cenas, ni pétalos de rosa, ni copas de vino (mucho menos la Möet & Chandon que tantas ganas teníamos de comprar y que despistadamente cambié por una paleta de grosella). Para mí hubo billar, carcajadas y sugerencias que parecían órdenes de ponerme el suéter, pero esa es otra historia. Finalmente, Dul y yo hicimos valiosas conclusiones que seguro nos serán útiles, porque  al parecer, la crisis económica generó a su vez una crisis romántica y rosa (cursi, pa' abreviar):
1. Decir sí (con voz o con silencio) cuando frente a la novia un vendedor le ofrezca a su chico un regalo cursi para ella.
2. Ver con malos ojos la típica actitud del ennoviado que distrae a su chica justo cuando están a punto de cruzar con un globero o una florista y argüir después que no se fijó.
3. Caballerosidad ante todo. A las mujeres comunes nos encanta.
No es que apueste por el amor interesado, pero los detalles de un noviazgo típico en donde él te hace caminar junto a la pared, te invita, te da la mano al bajar, te abre la puerta del coche, te acerca la silla a la mesa, te procura, te cuida, te protege, te mima, son muy halagadores. ¿Quién no quiere un caballero a su lado? (Yo tengo suerte).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No lo vuelvo a hacer....promise!!!!luv you!!!

El Gran Hutch dijo...

busque pronto la respuesta en mi blog..la amo =)