lunes, 31 de mayo de 2010

Cracovia

No recuerdo haberlo visto tomar el cuchillo, cuando me di cuenta, lo traía en la mano derecha. Todavía tuvo la decencia de orillarse para no provocar más tráfico, pero Cracovia es muy estrecha, de cualquier forma había dificultad para el resto de la fila. Todo sucedió tan rápido: Quejas, trajeados y peinados altos cacareando no sé cuánta cosa, insultos y un golpe... o por lo menos, intento de golpe. Se bajó y no sabía nada. De repente, dos mujeres se asomaron por la ventanilla del conductor a suplicarme que lo detuviera, que estaba mal, mientras yo argumentaba casi gritando, que ellos eran los equivocados, por su inconciencia, su desfachatez para obstruir el paso en una calle tan pequeña. Una de ellas dijo: ¡Trae-un-cuchillo! Lo miré cerca del portón, discutiendo. Ni siquiera recuerdo con exactitud. Bajé del auto, llevaba una falda negra, larga y una blusa azul, sin mangas. No sé cómo regresamos a los asientos del coche, intento y sólo veo una escena muda con el corazón palpitante, con la sensación de "qué estamos haciendo", con el temor de que algo terrible  podría sucederle y yo no sabría qué hacer. Creo que hasta ya habían llamado una patrulla. Después de eso, sólo recuerdo estar en la glorieta de Mixcoac, charlando... arrepentidos.

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